viernes, 29 de julio de 2011

¿CÓMO CURAN LAS PLANTAS SAGRADAS DE PODER?

UN TESTIMONIO PROFESIONAL FIDEDIGNO SOBRE LA CURACIÓN SHAMÁNICA DE                 LA ESCLEROSIS MÚLTIPLE,
LA DEPRESIÓN ENDÓGENA,
LA ESQUIZOFRENIA,
LA DROGADICCIÓN Y 
MUCHAS ENFERMEDADES DEGENERATIVAS
CON LAS PLANTAS SAGRADS DE PODER (AYAHUASCA, SAN PEDRO, TABACO, GUAYUSA, ETC.) DEL SHAMANISMO INDIO-AMERICANO.


EL FUEGO ADENTRO

¿COMO CURAN LAS PLANTAS SAGRADAS DE PODER?

INTRODUCCIÓN EN LA CEREMONIA SHAMÁNICA



      Ocupémonos de antemano de las circunstancias particulares, las que deberían ser tomadas en cuenta para la curación y enseñanza por medio de la Medicina Shamánica, porque ella representa un sistema de prácticas y conocimientos, cuyo punto central consiste de una transformación curativa de la conciencia y percepción del terapeuta y también del paciente.


Es conocido desde las investigaciones etno-antropológicas comparativas de Mircea ELIADE (“Shama­nismo y Técnicas Arcaicas del Éxtasis”) y los estudios transculturales de la psicología de Carlos Gustav JUNG (“Los Arquetipos de la Subconsciencia Colec­tiva”) que el shamanismo representa un fenómeno uni­versal y que su rasgo funda­mental e in­dispensable consiste en esta transfor­mación de la conciencia acti­vada shamánicamente, denominada técnicamente “Conciencia Shamánica” o “Éxtasis Shamánico de la Conciencia”.  


Sin embargo, al revisar la bibliografía relacionada con el shamanismo es fácil tener presente que la mayo­ría de los estudios están limitados por su manera descriptiva, ne­tamente observadora y teórica de la in­vestigación, al examinar solo las condicio­nes so­ciales, etnológicas, etnobotánicas, antropológicas y mito­lógicas en el con­texto de la cura­ción shamánica; y esto solamente desde las condiciones concep­tuales de la propia con­ciencia no alterada shamánica­mente de los investigadores. Esto se calificaría técni­ca­mente como investiga­ción inductiva o especulativamente ascendente, al pre­tender en­tender a par­tir del propio conocimiento algo que es desconocido y fuera o por en­cima del propio conocimiento. Son muy aislados los investigadores como Michael Harner, Carlos Castañeda, Reichel Dolmatoff, Peter T. Furst, Gordon Wasson y unos pocos más, que atra­viesan el umbral de la conciencia shamá­nica, mientras  la mayoría de  los investiga­dores de este tema ni siquiera se proponen rom­per las cadenas de la in­vestiga­ción in­ductiva, quedándose en­frascados en su vi­sión racional y científica; y aquellos científicos mencio­nados, los que fueron iniciados per­sonalmente en el “Éxta­sis Shamánico de la Conciencia”, cono­ciendo, por consi­guiente, la utilidad y efica­cia curativa de su ac­ción y sus instrumentos me­dicinales, por poco no han sido consi­derados por médicos y científi­cos formales hasta la fecha.                                                  


Todos aquellos soportes “científicos" (¿?) que fueron realizados sobre la cosmovi­sión y conciencia shamánica solamente desde una posición conceptual y cog­noscitiva no al­te­rada shamánicamente de los propios in­vestigadores, carecen de seriedad y re­pre­sentan solamente un conjunto de especulaciones fragmen­tarias, defectuosas y real­mente poco científicas, porque desconocen la expe­riencia personal de la feno­menolo­gía psicosomática y psicoenergética del “Éxtasis Shamánico de la Con­ciencia”, que es el principio tera­péu­tico fun­damental de la Medicina Shamánica en todo el mundo. 


Pues, la curación shamánica de la enfermedad sucede dentro de este estado extra­ordi­nario de la concien­cia, que, por decirlo en los términos más sencillos, está carac­teri­zada por un “Estar Fuera” (”Éxtasis”) de la percepción coti­diana, común y cono­cida de la realidad. Solo desde este punto o ángulo dislo­cado de vista puede cuestionarse la óp­tica acostumbrada de nuestra propia realidad psicosomática. Este procedimiento shamá­nico se llama por lo tanto La Interrupción de la Rutina”; a saber la interrupción de verse a sí mismo con los ojos acondicionados y la vista ofuscada por nuestras preferencias per­sona­les de los valores, intereses y objetivos de la vida.


El objetivo principal de la curación shamá­nica consiste, por con­si­guiente, en el des­pertar compartido de la experiencia viva de este “Éxta­sis Sha­mánica de la Con­cien­cia”, porque en ello tiene lugar simultánea­mente tam­bién el des­pertar de nuestro poten­cial inherente y natural de autocuración (del “Médico Adentro”).


Para producir la "Conciencia Shamánica" nos valemos de los métodos transmitidos  desde tiempos inmemoriales de la Medicina Shamánica, la que es una estrategia universal de toda la humanidad para la adquisición de saber, poder y salud personal y colectivo.


En la tradición sudamericana del shamanismo, los diversos métodos conocidos y empleados para la instrumentación de la transformación shamánica de la conciencia casi siempre implican la ingestión de medicinas conocidas como "Plantas Sagradas de Poder" (Shamánico). Son sagradas, porque actúan a modo de biocataliza­dores psi­cotrópicos sobre las estructuras intrínsecas del recinto más íntimo y por lo tanto sa­grado del individuo. Por eso no hace falta una mayor argumentación de que el uso experto de las “Medicinas Shamánicas” (Psicocatalíticas) en el contexto de la Medicina Shamánica, sabiduría de mile­naria tradición y herencia médica y cultural de todos los pueblos indíge­nas desde tiempos inmemoriales, no tiene nada que ver ni en lo más mínimo con el uso caótico e inexperto de estupefacientes en el con­texto del fenómeno trágico de la droga­dicción de nuestros tiempos modernos.

                                                                       SAN PEDRO - WACHUMA - MESCALITO


El linaje sudamericano del Shamanismo Indiano se distingue de una imponente abundancia de plantas curativas. Entre ellas encontramos también estas "Plantas Sagradas de Poder", como por ejemplo el cacto de SAN PEDRO (´denominación botánica: Trichocereus Pacchanoi) de las montañas andinas y - entre muchas otras - la liana de AYAHUASCA (denominación botánica: Banisteriopsis Caapi) de los bosques tropicales de la cuenca amazónica. A ellas se debe la activación y transformación energética de nuestra conciencia lúcida de todos los días y de nuestra percepción sensorial acostumbrada y cotidiana - de lo que resulta la manifestación transitoria del "Éxtasis Shamánico de la Conciencia", el que es indispensable para la curación shamánica. Pues, despertándose aquel "Médico Adentro" en los estratos más profundos (arquetípicos o transpersonales) de nuestra subconsciencia, tendrá lugar simultáneamente una reprogramación rectificadora de los impulsos vitales mal conducidos y una transformación libertadora de la energías vitales bloqueadas.

Es sorprendente que en la literatura médica contemporánea se califican estas Plantas y Medicinas Sha­mánicas y su principio activo todavía incorrectamente de “Plantas o Sustancias Alucinógenas”. Esta denominación es falsa, porque la aluci­nación es la per­cepción de algo que no existe. No obs­tante, las me­dicinas shamáni­cas facilitan más bien la percepción de la rea­lidad de los símbolos descono­cidos de nuestra realidad in­terior en los estratos más profundos de nuestro subconsciente y de entidades, ingre­dientes y emi­siones energéticas sutiles de la realidad exterior, los que no son percep­ti­bles para nues­tros cinco sentidos burdos.

Las Plantas y Medicinas Shamánicas no son alucinógenos sino “Psicoca­talizado­res” que facilitan la percepción del material desconocido en nuestro subcons­ciente con conciencia lúcida. Son debidamente llamadas “Plantas Sagradas de Po­der”, porque actúan sobre los estratos más profundos de nues­tro ser, a saber nuestra esencia más sagrada del subconsciente colectivo e in­dividual, desbloqueando ahí es­tanca­mientos energéticos y “vitaminizando” defi­ciencias ener­géticas. En fin de cuen­tas, enfermedad significa siempre tener un ex­ceso de ener­gías negativas (no compa­tibles con el flujo armonioso entre las energías vita­les) o una de­ficiencia de energías positivas.

La notoria incriminación de estas “Medicinas Psicocatalíticas” como “Dro­gas” por la OMS (Organización Mundial de Salud) no es sola­mente insostenible a la luz de la sabi­du­ría ancestral del Shama­nismo, sino es completamente ab­surda y verda­dera­mente grotesca, porque – entre otros beneficios – ¡Las “Plan­tas Sagradas de Poder” tam­bién son sumamente aptas para curar la misma drogadicción, siendo ésta igual­mente incura­ble para la Medicina Formal! Además, debido a sus propios rasgos dinámicos de ac­ción, producen en los participantes de un ritual shamánico una confrontación inter­ior consigo mismo, lo que de ninguna manera tiende a con­ducirles a experiencias eu­fóricas y agra­dables, por lo que son com­pletamente in­adecuadas de pro­ducir una adic­ción. Más bien, esta misma confrontación interior consigo mismo va permi­tiendo llevar a cabo la concientización, purificación y transformación shamá­nica de energías inmundas o patógenas ocultas en las estructuras de nuestro sub­consciente.

Sin embargo, no pocas personas temen un tratamiento shamánica de sus problemas, porque temen esta confrontación interna. Sin embargo, el enemigo en el caso de una enfermedad ya está dentro, si lo queremos ver o no. Así, una estrategia de avestruz -  realmente no puede llevar a una curación.

Hay que preguntarse: ¿Porque se prohíben las Medici­nas Psicocata­líticas o Sha­má­ni­cas, las que no produ­cen ninguna dependencia y son caracterizadas por una po­tencia curativa inasequi­ble por la Medicina For­mal, si son utilizadas experta­mente por un shamán experimen­tado; cuando semejantes vene­nos, grave­mente adictivos, como el opio o la morfina pueden ser usados legalmente en nues­tras clíni­cas? ¿Acaso, sola­mente porque los doctores no saben mane­jar las Medicinas Shamáni­cas? En el in­terés por la salud de todo el país y toda la humanidad, la in­vestiga­ción remo­zada - ¡pero seria bajo un pilotaje compe­tente, pues shamá­nico! - de los efectos curativos de estas Medicinas Psicocatalíticas ha llegado a ser una exi­gen­cia incondi­cional de nuestro tiempo, que no debería ser más aplazada de aquí en ade­lante.

Si a la morfina, que es una droga con efectos medicinales únicamente paliati­vos mas no curativos, se ha concedido una aceptación medicinal limitada y un uso lega­lizado en la Medicina Occidental, también y con mayor razón deberían ser autorizadas las Plantas y Medicinas Psicocatalíticas (Shamánicas) reco­nocidas antro­pológica­mente como medicinas tradicionales de los pueblos indígenas para la cura­ción sha­mánica. El derecho de los pueblos indígenas de emplear estas medicinas y ejercer su sabiduría me­dicinal de milenaria tradición es inalienable. Por consi­guiente, hace falta el recono­cimiento expreso de las medicinas shamánicas en los códi­gos de salud y más leyes vigentes sobre la materia en el país.

Un modelo histórico y ejemplar para el reconocimiento oficial de las Plantas y Me­dicinas Psicocatalíti­cas en el contexto de la Medicina Shamánica, repre­senta la Iglesia Nativa Americana (Native Church of America), que legalmente oficia y vigila estos sa­cramentos shamánicos desde 1980, cuando el entonces presidente nortea­mericano Jimmy Carter suscribió un convenio en el que per­mitió el uso de las Plantas Shamáni­cas dentro de esta Iglesia, exentándolas de esta manera de la lista de sus­tancias psico­trópicas prohibidas de la conven­ción de Viena del año 1979. Con mayor razón deberían ser oficializadas estas medicinas en Venezuela (y hasta en toda la América del Sur), donde su empleo es una herencia milenaria y todavía una realidad cotidiana en las co­munidades indíge­nas.

La activación catalítica de nuestro subconsciente produce el despertar de nuestras ca­pacidades vitales oxidadas. De esto resulta también la reactiva­ción de nuestra comu­nicación e in­teracción natural, original y sensitiva – frecuen­temente ya per­dida desde hace mucho tiempo – con las energías de la natu­raleza y el Espíritu Di­vino de nuestro Padre celestial, el todopoderoso Creador. Debido a esta “vitaminización” y reconexión con las vibracio­nes físicas y espi­rituales de la vida pueden curarse – a la propia raíz ener­géti­camente activa (¡!) – to­das las desar­monías de la salud (de nuestro cuerpo energético o sutil), ta­les como la falta de la alegría y la razón del vivir (en De­pre­sio­nes graves o Enfermedades Adictivas), angustias inexplicables (frecuente­mente a conse­cuen­cia de experiencias traumáticas en el pasado de la vida), rasgos parológicos de la per­sonalidad (como estados esquizofrénicos, paranoicos o pasionales); igualmente como trastor­nos degenerativos de las funciones orgánicas como en el caso de la Esclerosis Múltiple y de otras  Enfermedades Degenerativas.

Debido a la tradición milenaria del Shamanismo, donde el mundo de la visión y la fe representaba todavía la vía in­contestable hacia la curación, experimenta­remos por medio de este despertar interior también la dominación de los gri­lletes limitadores de nuestros pensamientos y nuestro acondicionamiento mental, comenzando ahora a descubrir las ma­ravillas de una percepción indes­criptible, mística y sumamente cu­rativa de la realidad.

Estamos completamente conscientes de que el fenómeno “Shamanismo”, ca­yendo progresivamente desde ya algu­nas décadas en las candilejas de los me­dios de comu­nica­ción pública, se ha convertido en un tema de moda y preci­samente por eso tam­bién en un tema problemático y contradictorio para mu­cha gente: Porque, hoy en día, numero­sos charlatanes, seudo - shamanes, hombres de negocios y es­cribientes de redacciones sensacionalistas envene­nan, atraídos en cierto modo cual polillas por es­tas candilejas, el néctar de la sabiduría de la Medi­cina Shamánica cuidada desde mi­lenios, la que nunca de­beríamos con­fundir con las prácticas dudosas, a menudo tam­bién nigromán­ticas de los hechiceros, brujos, ocultistas, impostores y estafadores. Pues, el auténtico Shamanismo representa la sabiduría here­dada de los antepa­sados de la humanidad dirigida hacia la activación ingeniosa de nuestro potencial cura­tivo interno.

Por razones obvias es completamente imposible para la gente profana poder dis­cri­mi­nar en este terreno la paja del trigo, ya que hay poco trigo (shamanes auténti­cos), mucha paja y todavía mucho más legos con pareceres frecuente­mente aven­tureros, románticos, subjetivos y especulativos sobre el Shamanismo. Pero no debería­mos per­mitir ser in­duci­dos a la opinión errónea, que no hubiera trigo solo porque el campo a comen­zado a cu­brirse enteramente con mala hierba.


Sin embargo tendría que anticiparse una cosa: Para los participantes en los rituales shamánicos 1ue no sean iniciados en el "Éxtasis Shamánico de la Conciencia", estas experiencias son todavía extrañas  y desconocidas al principio y se necesita una dirección experta, para poder beneficiarse de ellas para propósitos curativos. Cualquiera que desee conocer y experimentar los fenómenos místicos de la curación shamánica, tiene que estar dispuesto desde el mismo principio a abandonar actitudes de altanería intelectual o científica y a entenderse de corazón abierto como un discípulo que va aprendiendo en un modo completamente nuevo, si quiere alcanzar el acceso a aquellos secretos de la vida, que pueden ser proporcionados por la Medicina Shamánica.
Mejor finalizar la enfermedad con un susto (de la confrontación interior consigo)
que el terror (de la enfermedad) sin fin.

1 comentario:

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