viernes, 29 de julio de 2011

¿CÓMO CURAN LAS PLANTAS SAGRADAS DE PODER?

UN TESTIMONIO PROFESIONAL FIDEDIGNO SOBRE LA CURACIÓN SHAMÁNICA DE                 LA ESCLEROSIS MÚLTIPLE,
LA DEPRESIÓN ENDÓGENA,
LA ESQUIZOFRENIA,
LA DROGADICCIÓN Y 
MUCHAS ENFERMEDADES DEGENERATIVAS
CON LAS PLANTAS SAGRADS DE PODER (AYAHUASCA, SAN PEDRO, TABACO, GUAYUSA, ETC.) DEL SHAMANISMO INDIO-AMERICANO.


EL FUEGO ADENTRO

¿COMO CURAN LAS PLANTAS SAGRADAS DE PODER?

INTRODUCCIÓN EN LA CEREMONIA SHAMÁNICA



      Ocupémonos de antemano de las circunstancias particulares, las que deberían ser tomadas en cuenta para la curación y enseñanza por medio de la Medicina Shamánica, porque ella representa un sistema de prácticas y conocimientos, cuyo punto central consiste de una transformación curativa de la conciencia y percepción del terapeuta y también del paciente.


Es conocido desde las investigaciones etno-antropológicas comparativas de Mircea ELIADE (“Shama­nismo y Técnicas Arcaicas del Éxtasis”) y los estudios transculturales de la psicología de Carlos Gustav JUNG (“Los Arquetipos de la Subconsciencia Colec­tiva”) que el shamanismo representa un fenómeno uni­versal y que su rasgo funda­mental e in­dispensable consiste en esta transfor­mación de la conciencia acti­vada shamánicamente, denominada técnicamente “Conciencia Shamánica” o “Éxtasis Shamánico de la Conciencia”.  


Sin embargo, al revisar la bibliografía relacionada con el shamanismo es fácil tener presente que la mayo­ría de los estudios están limitados por su manera descriptiva, ne­tamente observadora y teórica de la in­vestigación, al examinar solo las condicio­nes so­ciales, etnológicas, etnobotánicas, antropológicas y mito­lógicas en el con­texto de la cura­ción shamánica; y esto solamente desde las condiciones concep­tuales de la propia con­ciencia no alterada shamánica­mente de los investigadores. Esto se calificaría técni­ca­mente como investiga­ción inductiva o especulativamente ascendente, al pre­tender en­tender a par­tir del propio conocimiento algo que es desconocido y fuera o por en­cima del propio conocimiento. Son muy aislados los investigadores como Michael Harner, Carlos Castañeda, Reichel Dolmatoff, Peter T. Furst, Gordon Wasson y unos pocos más, que atra­viesan el umbral de la conciencia shamá­nica, mientras  la mayoría de  los investiga­dores de este tema ni siquiera se proponen rom­per las cadenas de la in­vestiga­ción in­ductiva, quedándose en­frascados en su vi­sión racional y científica; y aquellos científicos mencio­nados, los que fueron iniciados per­sonalmente en el “Éxta­sis Shamánico de la Conciencia”, cono­ciendo, por consi­guiente, la utilidad y efica­cia curativa de su ac­ción y sus instrumentos me­dicinales, por poco no han sido consi­derados por médicos y científi­cos formales hasta la fecha.                                                  


Todos aquellos soportes “científicos" (¿?) que fueron realizados sobre la cosmovi­sión y conciencia shamánica solamente desde una posición conceptual y cog­noscitiva no al­te­rada shamánicamente de los propios in­vestigadores, carecen de seriedad y re­pre­sentan solamente un conjunto de especulaciones fragmen­tarias, defectuosas y real­mente poco científicas, porque desconocen la expe­riencia personal de la feno­menolo­gía psicosomática y psicoenergética del “Éxtasis Shamánico de la Con­ciencia”, que es el principio tera­péu­tico fun­damental de la Medicina Shamánica en todo el mundo. 


Pues, la curación shamánica de la enfermedad sucede dentro de este estado extra­ordi­nario de la concien­cia, que, por decirlo en los términos más sencillos, está carac­teri­zada por un “Estar Fuera” (”Éxtasis”) de la percepción coti­diana, común y cono­cida de la realidad. Solo desde este punto o ángulo dislo­cado de vista puede cuestionarse la óp­tica acostumbrada de nuestra propia realidad psicosomática. Este procedimiento shamá­nico se llama por lo tanto La Interrupción de la Rutina”; a saber la interrupción de verse a sí mismo con los ojos acondicionados y la vista ofuscada por nuestras preferencias per­sona­les de los valores, intereses y objetivos de la vida.


El objetivo principal de la curación shamá­nica consiste, por con­si­guiente, en el des­pertar compartido de la experiencia viva de este “Éxta­sis Sha­mánica de la Con­cien­cia”, porque en ello tiene lugar simultánea­mente tam­bién el des­pertar de nuestro poten­cial inherente y natural de autocuración (del “Médico Adentro”).


Para producir la "Conciencia Shamánica" nos valemos de los métodos transmitidos  desde tiempos inmemoriales de la Medicina Shamánica, la que es una estrategia universal de toda la humanidad para la adquisición de saber, poder y salud personal y colectivo.


En la tradición sudamericana del shamanismo, los diversos métodos conocidos y empleados para la instrumentación de la transformación shamánica de la conciencia casi siempre implican la ingestión de medicinas conocidas como "Plantas Sagradas de Poder" (Shamánico). Son sagradas, porque actúan a modo de biocataliza­dores psi­cotrópicos sobre las estructuras intrínsecas del recinto más íntimo y por lo tanto sa­grado del individuo. Por eso no hace falta una mayor argumentación de que el uso experto de las “Medicinas Shamánicas” (Psicocatalíticas) en el contexto de la Medicina Shamánica, sabiduría de mile­naria tradición y herencia médica y cultural de todos los pueblos indíge­nas desde tiempos inmemoriales, no tiene nada que ver ni en lo más mínimo con el uso caótico e inexperto de estupefacientes en el con­texto del fenómeno trágico de la droga­dicción de nuestros tiempos modernos.

                                                                       SAN PEDRO - WACHUMA - MESCALITO


El linaje sudamericano del Shamanismo Indiano se distingue de una imponente abundancia de plantas curativas. Entre ellas encontramos también estas "Plantas Sagradas de Poder", como por ejemplo el cacto de SAN PEDRO (´denominación botánica: Trichocereus Pacchanoi) de las montañas andinas y - entre muchas otras - la liana de AYAHUASCA (denominación botánica: Banisteriopsis Caapi) de los bosques tropicales de la cuenca amazónica. A ellas se debe la activación y transformación energética de nuestra conciencia lúcida de todos los días y de nuestra percepción sensorial acostumbrada y cotidiana - de lo que resulta la manifestación transitoria del "Éxtasis Shamánico de la Conciencia", el que es indispensable para la curación shamánica. Pues, despertándose aquel "Médico Adentro" en los estratos más profundos (arquetípicos o transpersonales) de nuestra subconsciencia, tendrá lugar simultáneamente una reprogramación rectificadora de los impulsos vitales mal conducidos y una transformación libertadora de la energías vitales bloqueadas.

Es sorprendente que en la literatura médica contemporánea se califican estas Plantas y Medicinas Sha­mánicas y su principio activo todavía incorrectamente de “Plantas o Sustancias Alucinógenas”. Esta denominación es falsa, porque la aluci­nación es la per­cepción de algo que no existe. No obs­tante, las me­dicinas shamáni­cas facilitan más bien la percepción de la rea­lidad de los símbolos descono­cidos de nuestra realidad in­terior en los estratos más profundos de nuestro subconsciente y de entidades, ingre­dientes y emi­siones energéticas sutiles de la realidad exterior, los que no son percep­ti­bles para nues­tros cinco sentidos burdos.

Las Plantas y Medicinas Shamánicas no son alucinógenos sino “Psicoca­talizado­res” que facilitan la percepción del material desconocido en nuestro subcons­ciente con conciencia lúcida. Son debidamente llamadas “Plantas Sagradas de Po­der”, porque actúan sobre los estratos más profundos de nues­tro ser, a saber nuestra esencia más sagrada del subconsciente colectivo e in­dividual, desbloqueando ahí es­tanca­mientos energéticos y “vitaminizando” defi­ciencias ener­géticas. En fin de cuen­tas, enfermedad significa siempre tener un ex­ceso de ener­gías negativas (no compa­tibles con el flujo armonioso entre las energías vita­les) o una de­ficiencia de energías positivas.

La notoria incriminación de estas “Medicinas Psicocatalíticas” como “Dro­gas” por la OMS (Organización Mundial de Salud) no es sola­mente insostenible a la luz de la sabi­du­ría ancestral del Shama­nismo, sino es completamente ab­surda y verda­dera­mente grotesca, porque – entre otros beneficios – ¡Las “Plan­tas Sagradas de Poder” tam­bién son sumamente aptas para curar la misma drogadicción, siendo ésta igual­mente incura­ble para la Medicina Formal! Además, debido a sus propios rasgos dinámicos de ac­ción, producen en los participantes de un ritual shamánico una confrontación inter­ior consigo mismo, lo que de ninguna manera tiende a con­ducirles a experiencias eu­fóricas y agra­dables, por lo que son com­pletamente in­adecuadas de pro­ducir una adic­ción. Más bien, esta misma confrontación interior consigo mismo va permi­tiendo llevar a cabo la concientización, purificación y transformación shamá­nica de energías inmundas o patógenas ocultas en las estructuras de nuestro sub­consciente.

Sin embargo, no pocas personas temen un tratamiento shamánica de sus problemas, porque temen esta confrontación interna. Sin embargo, el enemigo en el caso de una enfermedad ya está dentro, si lo queremos ver o no. Así, una estrategia de avestruz -  realmente no puede llevar a una curación.

Hay que preguntarse: ¿Porque se prohíben las Medici­nas Psicocata­líticas o Sha­má­ni­cas, las que no produ­cen ninguna dependencia y son caracterizadas por una po­tencia curativa inasequi­ble por la Medicina For­mal, si son utilizadas experta­mente por un shamán experimen­tado; cuando semejantes vene­nos, grave­mente adictivos, como el opio o la morfina pueden ser usados legalmente en nues­tras clíni­cas? ¿Acaso, sola­mente porque los doctores no saben mane­jar las Medicinas Shamáni­cas? En el in­terés por la salud de todo el país y toda la humanidad, la in­vestiga­ción remo­zada - ¡pero seria bajo un pilotaje compe­tente, pues shamá­nico! - de los efectos curativos de estas Medicinas Psicocatalíticas ha llegado a ser una exi­gen­cia incondi­cional de nuestro tiempo, que no debería ser más aplazada de aquí en ade­lante.

Si a la morfina, que es una droga con efectos medicinales únicamente paliati­vos mas no curativos, se ha concedido una aceptación medicinal limitada y un uso lega­lizado en la Medicina Occidental, también y con mayor razón deberían ser autorizadas las Plantas y Medicinas Psicocatalíticas (Shamánicas) reco­nocidas antro­pológica­mente como medicinas tradicionales de los pueblos indígenas para la cura­ción sha­mánica. El derecho de los pueblos indígenas de emplear estas medicinas y ejercer su sabiduría me­dicinal de milenaria tradición es inalienable. Por consi­guiente, hace falta el recono­cimiento expreso de las medicinas shamánicas en los códi­gos de salud y más leyes vigentes sobre la materia en el país.

Un modelo histórico y ejemplar para el reconocimiento oficial de las Plantas y Me­dicinas Psicocatalíti­cas en el contexto de la Medicina Shamánica, repre­senta la Iglesia Nativa Americana (Native Church of America), que legalmente oficia y vigila estos sa­cramentos shamánicos desde 1980, cuando el entonces presidente nortea­mericano Jimmy Carter suscribió un convenio en el que per­mitió el uso de las Plantas Shamáni­cas dentro de esta Iglesia, exentándolas de esta manera de la lista de sus­tancias psico­trópicas prohibidas de la conven­ción de Viena del año 1979. Con mayor razón deberían ser oficializadas estas medicinas en Venezuela (y hasta en toda la América del Sur), donde su empleo es una herencia milenaria y todavía una realidad cotidiana en las co­munidades indíge­nas.

La activación catalítica de nuestro subconsciente produce el despertar de nuestras ca­pacidades vitales oxidadas. De esto resulta también la reactiva­ción de nuestra comu­nicación e in­teracción natural, original y sensitiva – frecuen­temente ya per­dida desde hace mucho tiempo – con las energías de la natu­raleza y el Espíritu Di­vino de nuestro Padre celestial, el todopoderoso Creador. Debido a esta “vitaminización” y reconexión con las vibracio­nes físicas y espi­rituales de la vida pueden curarse – a la propia raíz ener­géti­camente activa (¡!) – to­das las desar­monías de la salud (de nuestro cuerpo energético o sutil), ta­les como la falta de la alegría y la razón del vivir (en De­pre­sio­nes graves o Enfermedades Adictivas), angustias inexplicables (frecuente­mente a conse­cuen­cia de experiencias traumáticas en el pasado de la vida), rasgos parológicos de la per­sonalidad (como estados esquizofrénicos, paranoicos o pasionales); igualmente como trastor­nos degenerativos de las funciones orgánicas como en el caso de la Esclerosis Múltiple y de otras  Enfermedades Degenerativas.

Debido a la tradición milenaria del Shamanismo, donde el mundo de la visión y la fe representaba todavía la vía in­contestable hacia la curación, experimenta­remos por medio de este despertar interior también la dominación de los gri­lletes limitadores de nuestros pensamientos y nuestro acondicionamiento mental, comenzando ahora a descubrir las ma­ravillas de una percepción indes­criptible, mística y sumamente cu­rativa de la realidad.

Estamos completamente conscientes de que el fenómeno “Shamanismo”, ca­yendo progresivamente desde ya algu­nas décadas en las candilejas de los me­dios de comu­nica­ción pública, se ha convertido en un tema de moda y preci­samente por eso tam­bién en un tema problemático y contradictorio para mu­cha gente: Porque, hoy en día, numero­sos charlatanes, seudo - shamanes, hombres de negocios y es­cribientes de redacciones sensacionalistas envene­nan, atraídos en cierto modo cual polillas por es­tas candilejas, el néctar de la sabiduría de la Medi­cina Shamánica cuidada desde mi­lenios, la que nunca de­beríamos con­fundir con las prácticas dudosas, a menudo tam­bién nigromán­ticas de los hechiceros, brujos, ocultistas, impostores y estafadores. Pues, el auténtico Shamanismo representa la sabiduría here­dada de los antepa­sados de la humanidad dirigida hacia la activación ingeniosa de nuestro potencial cura­tivo interno.

Por razones obvias es completamente imposible para la gente profana poder dis­cri­mi­nar en este terreno la paja del trigo, ya que hay poco trigo (shamanes auténti­cos), mucha paja y todavía mucho más legos con pareceres frecuente­mente aven­tureros, románticos, subjetivos y especulativos sobre el Shamanismo. Pero no debería­mos per­mitir ser in­duci­dos a la opinión errónea, que no hubiera trigo solo porque el campo a comen­zado a cu­brirse enteramente con mala hierba.


Sin embargo tendría que anticiparse una cosa: Para los participantes en los rituales shamánicos 1ue no sean iniciados en el "Éxtasis Shamánico de la Conciencia", estas experiencias son todavía extrañas  y desconocidas al principio y se necesita una dirección experta, para poder beneficiarse de ellas para propósitos curativos. Cualquiera que desee conocer y experimentar los fenómenos místicos de la curación shamánica, tiene que estar dispuesto desde el mismo principio a abandonar actitudes de altanería intelectual o científica y a entenderse de corazón abierto como un discípulo que va aprendiendo en un modo completamente nuevo, si quiere alcanzar el acceso a aquellos secretos de la vida, que pueden ser proporcionados por la Medicina Shamánica.
Mejor finalizar la enfermedad con un susto (de la confrontación interior consigo)
que el terror (de la enfermedad) sin fin.

SCHAMANISCHE MEDIZIN - WIE HEILEN SCHAMANISCHE PFLANZEN?

EIN AUTHENTISCHES PROFESSIONELLES ZEUGNIS ÜBER DIE
SCHAMANISCHE HEILBARKEIT DER
MULTIPLEN SKLEROSE,
ENDOGENEN DEPRESSION, DER SCHIZOPHRENIE,
DROGENSUCHT UND MEDIKAMENTENABHÄNGIGKEIT
UND ZAHLREICHER DEGENERATIVER KRANKHEITEN
MIT DEN HEILIGEN KRAFTPFLANZEN (AYAHUASCA, SAN PEDRO, TABAK, GUAYUSA ETZ.) DES INDIO-AMERIKANISCHEN SCHAMANISMUS

DAS FEUER IN UNS

WIE HEILEN SCHAMANISCHE KRAFTPFLANZEN ?

EINFÜHRENDE WORTE ZU EINER SCHAMANISCHEN ZEREMONIE


     Der Schamanismus ist ein universelles Phä­nomen, dessen grundsätzli­cher und un­er­lässlicher Wesenszug in einer schamanisch akti­vierten Transformation des Be­wusst­seins und der Wahrnehmung besteht, die als „Schamanische Bewusstseins­ekstase“ oder als „Schamani­scher Bewusstseinszustand“ bezeich­net wird.

Diese Wesenszüge der "Schamanischen Medizin" sind bereits vor vielen Jahr­zehn­ten durch die trankskulturellen Untersuchungen des Unterbewussten des Schwei­zer Psy­chologen Carl Gustav JUNG („Die Archetypen des kollektiven Unterbewuss­ten“) und durch die vergleichenden ethnoanthropologischen Forschungen von Mircea ELIADE („Schamanismus und Archaische Ekstasetechniken“) bekannt und verständ­lich geworden.

Bei der Durchsicht der mit dem Schamanismus befassten Literatur fällt jedoch auf, dass sich die überwiegende Mehrzahl der Studien in rein be­schreibender und the­oreti­scher Weise lediglich mit den soziologischen, ethnologischen, anthropologischen, my­thologischen und ethnobotanischen Umständen des "Schamanischen Bewusst­seins­zustandes" befassen, nicht aber mit seinen eigentlichen, der schamanischen Heilung zugrunde liegenden Wirkungsprin­zipien. Das ist nur all zu gut verständlich, da diese Un­tersuchungen der schamanischen Medizin lediglich von den konzeptuellen Be­din­gungen des schamanisch nicht veränderten Bewusstseins der Untersucher aus durchgeführt wur­den.

Man bezeichnet eine derartige Vorgangsweise technisch als induktive oder spe­ku­lativ auf­steigende Untersuchung. Eine solche liegt deshalb vor, weil man sich einbildet, mit den eigenen Kenntnissen von dem, was bekannt ist, ein Verständnis von dem konstruieren und erwerben zu können, das unbekannt ist, also außerhalb der eigenen Kennt­nisse liegt. Bisher haben nur vereinzelte Forscher die Schwelle zu den Innenbereichen der scha­ma­nischen Wahr­nehmung über­schritten, während die Mehrheit der Untersu­cher die­ses Me­tiers nicht einmal die Absicht erkennen lässt, die Fesseln ihrer induktiv – spekulativen, mithin rein intellektuellen Untersuchungsmethoden spren­gen zu wollen. Sie ziehen es nämlich vor, in ihrer intellektuel­len Wissen­schafts­sicht gefangen zu bleiben. Der Grund dafür besteht darin, dass sie sich davor ängstigen, mit den Erlebniswelten nicht zurecht kommen zu können, mit denen sie sich im schamanischen Bewusstseinszustand konfrontieren würden. Ich habe sogar von  Universitätsprofessoren in Psychiatrie gehört, dass sie Angst davor hätten, mit dem nicht fertig  zu werden, was da "hoch kommen" könnte. Man fürchtet sich also vor einem psychotischen Ausgang einer solchen Erfahrung. Das stellt aber ein mehr als trauriges Unfähigkeitszeugnis besonders bei solchen Leuten dar, die vorgeben. dass ihre berufliche Daseinsbestimmung  dem Verständnis und der Heilung von Menschen gewidmet ist, die an Bewusstseinsstörungen - welcher Natur auch immer - leiden.

Den mit solchen Untersuchungen befassten Anthropologen fehlen demnach zu­meist authentische Erfahrungen, denn sie beschränken sich auf theoretische Überle­gun­gen, und diejenigen, die persönlich wirklich in die "Schamanische Bewusst­seins­eks­tase" eingeweiht wurden (wie etwa Carlos CASTAÑEDA, Michael HARNER, Rei­chel DOL­MATOFF, Peter T. FURST, Gordon WASSON, Douglas SHARON und an­dere), die somit ihre Nütz­lichkeit, Wirksamkeit und medizinischen Werkzeuge und Strategien kennen ler­nen konnten, sind von der formalen Wissenschaft und Medizin westlicher Prägung bisher kaum in Betracht gezogen worden.

Die sog. „wissenschaftlichen (?)“ Beiträge über den "Schamanischen Bewusst­seins­zustand" und das schamanische Weltverständnis, die von einer schamanisch nicht veränderten – ALSO UNEINGEWEIHTEN - Wahrnehmungs-, Begriffs- und Erkenntnisposi­tion der Unter­suchen­den selbst aus fabriziert wurden, sind unernsthaft und stellen ledig­lich ein Sammelsu­rium bruchstückhafter, fehlerhafter und in Wirklichkeit nur sehr wenig wissenschaftli­cher Spekulati­onen dar. Den Untersuchenden fehlt schlicht und einfach die persönliche Er­fahrung der psychosomatischen und psychoenergetischen Vorgänge IM „Zustand der Schama­nischen Bewusstseinsekstase“, die auf der ganzen Welt das thera­peutische Kernprinzip der schamanischen Medizin darstellt.

            Die schamanische Heilung von Krank­heiten erfolgt ja innerhalb dieses außeror­dentli­chen Bewusstseinszu­standes, der, um es in den einfachsten Begriffen auszudrü­cken, durch ein „Außer­halbsein“ oder ein „Hinaustreten“ (= „Eks­tase“) aus der ge­wöhnli­chen, all­täglichen Bewusstseins- und Wahrneh­mungs­routine charakterisiert ist. Nur von diesem entrückten Betrachtungswinkel aus kann die gewohnte, uns bekannte Optik auf unsere eigene psychosomatische Realität in Frage gestellt werden. Diese schamanische Strategie wird deshalb als „Die Unterbrechung der Routine“ bezeichnet, nämlich die Rou­tine, sich selbst mit der gewohnheitsmäßigen, durch unsere persönlichen Wertvor­stellun­gen, Interessen und vermeintlichen Lebensprioritäten getrübten Sichtweise zu sehen.

           Das Hauptanliegen unserer Erfahrungsseminare besteht des­halb in der gemein­schaftlich erfahrba­ren Erweckung dieser „Schama­nischen Bewusstseinsekstase“, weil damit auch eine Erwe­ckung der inneren, natürlichen Heil­kräfte (des „INNEREN HEI­LERS“) einhergeht. Wir bedienen uns dazu der seit unvordenklichen Zei­ten über­liefer­ten Metho­den der schamanischen Medizin, welche eine universelle Mensch­heits­strategie zur Erwerbung von Wis­sen, Kraft und Ge­sund­heit darstellt.

            Die in der südamerikanischen Tradition des Schamanismus seit Jahrtausenden als spirituelles, medizinisches und kulturelles Erbe überlieferten Methoden zur Instru­men­tierung der "Schamanischen Bewusstseinstransformation", bedienen sich beinahe immer der Einnahme von Medizinen, die aus den sog. Heiligen Kraftpflan­zen“  hergestellt werden. Sie wer­den völlig zu Recht als „heilig“ bezeichnet, denn sie wir­ken in der Art „psychotroper Biokataly­satoren“ – oder kurz: „Psy­chokatalysato­ren“ – auf die allerinnersten Strukturen und Inhalte unseres allerin­timsten und damit auch heiligs­ten Persönlichkeitsbereiches ein.

            Es sollte deshalb eigentlich keiner ausführlicheren Begründung bedürfen, dass der sachkundige, schamanische Gebrauch der schamanischen, also psychokatalyti­schen Me­dizinen innerhalb der "Schamanischen Medizin", die eine vieltausend­jährige Weis­heitstradition darstellt, auch nicht im allermindesten das auch nur al­ler­geringste mit dem chaotischen, unsachgemäßen und missbräuchlichen Gebrauch von Rauschgiften und Drogen etwas zu tun hat, dem wir in unseren modernen Zeiten in der tra­gischen Form der Suchtkrankheiten begegnen.


SAN PEDRO - WACHUMA - MESCALITO

Die südamerikanische Linie des indianischen Schamanismus zeichnet sich durch eine überwältigende Fülle ganz außerordentlicher Heilpflanzen aus, zu denen insbeson­dere auch die sog. „Heili­gen Kraftpflan­zen“, wie z. B. der SAN PEDRO KAKTUS (bo­tanisch: Trichocereus Pac­cha­noi) des Anden­hoch­landes oder – neben vie­len anderen – die  AYAHU­ASCA LIANE (botanisch: Ba­nisteri­opsis Caapi) der tropischen Regenwälder des Amazonasbeckens gehören. Ihnen ist die energeti­sche Aktivierung und Trans­formie­rung unse­res alltäglichen Wach­bewusstseins und unserer ge­wöhnli­chen, alltäglichen Sin­neswahrnehmun­gen zu ver­danken – und damit die vorüberge­hende Herbeiführung dieses besonde­ren, als „Schamanische Be­wusstseinseks­tase“ be­zeich­neten Zu­standes un­serer Wahrneh­mung, der für die scha­manische Heilung medizi­nisch unent­behrlich ist. Denn, da die Erwe­ckung dieses „INNEREN HEILERS  in den tiefsten (archetypischen, über­persönlichen oder transpersona­len) Persön­lich­keitsschichten unse­res Unterbewusst­seins er­folgt, wird gleichzeitig eine berichti­gende Neuprogrammierung fehlgesteu­erter Lebensim­pulse und eine befreiende Um­wandlung blo­ckierter Lebensenergien herbeige­führt.

Kraft dieser Erweckung der in uns schlummernden Fähigkeiten und unserer lei­der häufig bereits seit langem verlo­ren gegangenen natürlichen, ursprünglichen und empfin­dungsfähigen Wechsel­beziehungen und -wirkungen zu den Natur­energien und zum Gött­lichen Schöpfergeist, können gesundheitliche Disharmonien des feinstofflichen Energie­körpers, wie fehlende Lebensfreude und mangelndes Lebenssinn­bewusstsein (bei schweren Depressio­nen und Suchtkrank­heiten) unerklärliche Angstzustände (häufig infolge traumatischer Erfahrungen in der Le­bensvergangenheit), krank­hafte Persönlich­keits­züge (wie etwa psychotische, obsessive oder paranoide Persönlichkeitsstörungen), ebenso aber auch psychosoma­tische Störungen der Organfunktionen und degenerative Krankheiten an ih­rer ei­gentlichen, energetisch wirksamen Krankheitswurzel ge­heilt werden. In diesem in­neren Erwachen (des INNEREN HEILERS, also unseres inneren SELBSTHEILUMGSPOTENTIALS) erleben wir gleichzeitig auch die Überwindung beschränkender Gedan­ken- und Auf­fassungs­fesseln und wir beginnen, dank der Über­lieferungen von Jahrtausenden – wo die Welt der Vision und des Glaubens noch den unan­fechtbaren Weg zur Hei­lung darstellte, die Wunder einer uns unbekannten, unbeschreibbaren, mystischen und höchst heil­vollen Wirk­lichkeit wahrzunehmen.

Es ist geradezu pervers, dass die Schamanischen Heilpflanzen und Medi­zi­nen und ihre aktiven Wirkungsprinzipien in der zeitgenössischen medizinischen Fachlite­ratur auch heute noch immer unrichtig als „Halluzinogene Pflanzen und Substanzen" be­zeichnet werden. Diese Bezeichnung ist ganz grundlegend falsch, da wir unter Halluzina­tion eine trughafte Wirklichkeitsverkennung zu verstehen haben, also die Wahrnehmung von etwas, das es gar nicht gibt. Zum Unterschied davon ermögli­chen die schamani­schen Medizinen jedoch vielmehr die Wahrnehmung der tatsächlichen Symbole der uns unbe­kannten, unbewussten inneren Realität, aber auch die Wahrnehmung von Wesenheiten, energetischen Komponenten und Schwingungsgebil­den der äußeren Re­alität, die von un­seren groben fünf Sinnen nicht wahrgenommen werden können.

Die in der "Schamani­schen Bewusstseinsekstase" hervorgebrachten Wahr­nehmungs- und Bewusstseinsphänomene sind demnach weder Halluzinationen noch auch irreale Verkennungen, sondern psychokatalytisch freige­setzte und schamanisch kontrol­lierte Erfahrungen und Visionen des seelischen Materials sowohl individueller als auch archetypischer Prägung in den tiefsten Schichten unserer eigenen, uns aber unbewussten psychischen Wirklichkeit.

Schamanischen Kraftpflanzen und Medizinen sind keine (!) „Halluzinogene“ son­dern Psychokatalysatoren. Sie werden ganz zu Recht als „Heilige Kraftpflan­zen und Medizinen“ bezeichnet, da sie auf unsere allertiefsten Persönlichkeits­schichten einwir­ken; und damit auf die heiligste Essenz unseres kollektiven und indi­viduellen Unterbe­wussten. Durch ihre Aktion werden energetische Stauungen oder Blockaden aufgelöst und energetische Mangelzustände „vitaminisiert“. Krankheit be­deutet letztendlich ja im­mer, dass entweder ein Überfluss an negativen, lebensfeindlichen Energien oder ein Mangel an positiven Energien  besteht, also ein Mangel an Energien, welche für die Gesundheitserhaltung- oder wiederherstellung unerlässlich sind. Lebensfeindliche Einwirkungen sind solche, die zu einer Schwächung der Vitalkräfte führen (unserer Selbstheilungs- und Regenerationsfähigkeit). 

Um das feinstoffliche Energieschema (oder Zellge­dächtnis) des Körpers von ne­ga­tiven, destruktiven Energien befreien und mit frischen, natürlichen Lebenskräften „vitaminisieren“ zu können, bedarf es natürlich viel tiefer greifender und wirksamerer Instru­mente, als es diejeni­gen sind, über welche die formale Medizin oder Psychothe­rapie oder auch andere alternative Heilmethoden verfügen, nämlich der schama­nisch gesteuerten Anwendung dieser sog. „Heiligen Kraftpflanzen“ des Indio-Amerikani­schen Schama­nismus.

Für die Kriminalisierung dieser so wertvollen schamanischen oder psychokatalyti­schen Medizi­nen sind die inkompetenten – also nicht-schamanischen – schulmedizinischen Experi­mente der westlichen Gutachter der Weltgesundheitsorgani­sation (WHO) verantwortlich. Es waren ja deren Gutach­ter, von denen die schamani­schen Medizinen als Drogen katalogisiert wurden. Diese Bezeichnung ist für schamani­sche Medizinen aber völlig absurd und gera­dezu grotesk, weil sie unter anderem auch bestens dazu geeignet sind, die schulmedizi­nisch ja ebenfalls nicht heilbaren Sucht­krankheiten definitiv zu hei­len. Die schamanisch herbeigeführte Bewusstseinstrans­formation ermöglicht ja auch die Heilung jener Persönlichkeitsschichten, die – unter vielem anderen – auch ein persönli­ches Neigungspotential zur Drogensucht  beinhalten oder etwa auch zu jenem allgemei­nen Vitalitätsverlust, welcher den Erkrankungen des Depressiven Formenkreises oder den Degenerativen Krankheiten zugrunde liegt.   

Die psychokatalytischen Dynamik der schamanisch gesteuerten Medizinen führt zu einer „inneren Konfrontation des Patienten mit sich selbst, was keineswegs mit eu­phori­schen oder angenehmen Erfahrungen einherzugehen pflegt, weshalb sie völlig ungeeig­net sind, irgendwelche Abhängigkeiten zu erzeugen. Es ist ja gerade diese in­nere Kon­frontation mit sich selbst, die eine Bewusstwerdung, Reinigung und schama­nische Transformation von lebensfeindlichen, pathogenen Energien erlaubt, die in un­seren un­terbewussten Strukturen verborgen sind. Nicht wenige Menschen scheuen aber vor einer schamanischen Heilung ihrer Probleme zurück, weil sie diese innere Konfrontation fürchten. Im Falle einer Krankheit ist der Feind aber bereits drinnen, ob wir ihn sehen wollen oder nicht. Eine Vogel Strauss – Strategie kann deshalb wirklich nicht ans Ziel, also zur Wiederherstellung unserer Gesundheit führen.

Man könnte sich fragen: Warum eigentlich sollten die Psychokatalytischen oder Schamanischen Medizinen, die keiner­lei Abhängigkeiten erzeugen und bei einer fach­kundigen (schamanischen) Verwendung durch eine schulmedizi­nisch nicht erreichbare Heilungspotenz charakterisiert sind, weiterhin verboten werden, wenn so hochgradige Suchtgifte wie Opium und Morphium, die lediglich als potente Schmerzkiller ver­wendet werden, mit de­nen aber keinerlei Heilungen herbeigeführt werden können, an unseren Kliniken legal verwendet werden dürfen?

Nur etwa deswegen, weil die Doktoren mit den schamanischen Medizinen nicht fachgerecht umgehen können? Die neuerliche, diesmal aber seriöse (!) Überprüfung die­ser Psychokatalytischen Medizinen unter einer kompetenten, also schamani­schen Steuerung ihrer heilsamen Wirkun­gen ist deshalb – im authentischen Gesund­heitsinte­resse der gesamten Mensch­heit (!) – schon seit langem zu einer nicht mehr weiterhin aufschiebbaren, unabding­baren Forderung unserer Zeit geworden!

Wenn demnach dem Morphium einerseits, welches eine authentische, suchter­zeu­gende Droge mit nur schmerzlindernden, keineswegs aber heilenden Eigenschaften ist, eine legal begrenzte medi­zinische Akzeptanz in der westlichen Schulmedizin zuge­billigt wurde, dann müssten andererseits mit umso größerer Berechtigung zumindest diejenigen schamanischen, ergo Psychokatalytischen Heilpflanzen und Medizinen für den Gebrauch innerhalb des schamanischen Medizinsystems ge­setzlich anerkannt werden, die anthropologisch als traditionelle Mittel zur Heilung im Zu­stand der "Schamanischen Bewusstseinsekstase" erfasst werden konnten. Ich empfehle deshalb die dringend notwendige, gewissenhafte Revision aller jener sog. “Gutachter­expertisen (?)“, kraft de­rer die schamanischen Medizinen auf die internationale Verbotsliste psychotroper Substanzen gestellt werden konnten – und damit ihre ebenso drin­gend notwendige legale Anerken­nung in den einschlägigen Gesetzestexten zum Ge­sundheitswesen und in den übrigen mit der Materie be­fassten Gesetzen.

Ein beispielhaftes historisches Modell für die offizielle Anerkennung der "Psy­cho­katalytischen Pflanzen und Medizinen" zum Gebrauch innerhalb der schamanischen Medizintradition stellt die „Nordamerikanische Indianerkirche Itzachilatlan“ dar, welche diese schamanischen Sakramente seit über zwanzig Jahren in legaler Weise betreut und behütet, denn im April 1980 hatte der dama­lige nordamerikanische Präsident Jimmy CARTER ein Übereinkommen unterzeichnet, in dem der Gebrauch derHeili­gen Kraft­pflanzen und Medizinen“ innerhalb der mehr als 72 Nordamerikani­schen Indianerkir­chen gesetzlich autorisiert wurde, die damit auch ausdrücklich als haupt­sächliche Hüte­rinnen des in ihrer Obhut befindlichen spirituellen Erbes der indiani­schen Völker Nord­ameri­kas anerkannt wurden.


Das Phänomen Schamanismus, welches besonders in den letzten Jahrzehnten zunehmend ins Rampenlicht der Mas­senmedien geraten ist, stellt heute in gewisser Weise ein Mode – Thema und gerade auch deswegen für viele Men­schen ein Problem – Thema dar: Denn, gleichsam wie Motten von diesem Rampenlicht angezogen, ver­giften mittler­weile auch zahlreiche Scharlatane, Möchte­gernschamanen, Geschäftema­cher und Sensations-schreiberlinge den Nektar der seit Jahrtausen­den gehegten Weis­heiten der schamanischen Medizin, die natürlich niemals mit den zwei­felhaften, oft auch schwarz­magischen Praktiken der Zauberer, Hexer, Okkultisten, Betrüger und Hoch­stapler ver­wech­selt werden dürfte. Denn authentischer Schamanismus ist grundlegend das auf die kunst­volle Akti­vierung des inneren Heilungspotentials gerich­tete Weisheitserbe unserer Menschheits­vorfahren.

Für den Laien ist es natürlich völlig unmöglich, hier die Streu vom Weizen zu tren­nen, vor allem schon deswegen, weil es wenig Weizen (authentische Schamanen), viel Streu und noch viel mehr Laien mit oft sehr abenteuerlichen, subjek­tiven und spekulati­ven Ansichten über den Schamanis­mus gibt. Man sollte sich aber nicht zu der irrigen An­sicht ver­leiten lassen, dass es den Weizen gar nicht gäbe, nur weil sich das Feld mit Unkraut zu überwuchern be­gonnen hat.

Hinsichtlich des Indio-Amerikanischen Schamanismus sollte man aber außer­dem dazu seine Fähigkeiten zurückerlangen, sich von allen Ängsten zu befreien, wel­che eine jahrzehntelange Kriminalisierung der Schamanischen Medizinen durch die Massenme­dien mit sich gebracht haben. Dahinter stehen natürlich (auch) die gewalti­gen Interessen der Pharmaindustrie und jener Ärzte, die gar kein Interesse daran ha­ben können, dass durch den sachkundigen Umgang mit diesen indianischen Medizin­sakramenten die Leute wirklich geheilt werden könnten.

Die Leute mit ihren eindressierten Ängsten sind danach die eigentlichen Opfer ei­ner gigantischen Massenmanipulation, denn sie meinen Gründe gegen etwas haben zu können, das sie ebenso wenig kennen wie ihre Manipulatoren.

Aber auch für solche Menschen, die sich trotz dieser meinungs(verun)bildenden Maschinerie einen klaren Ausblick auf unsere Lebenswirklichkeit bewahren konnten, beinhalten Erfahrungen mit schamanische Kraftpflanzen ein eventuell nicht unerhebliches Angstpoten­tial. Es handelt sich dabei aber nicht eigentlich um die Angst vor den Pflanzen, son­dern um die Angst, sich durch ihre Aktion mit sich selbst konfrontieren zu müssen, also seiner in­neren Wirklichkeit ins Auge schauen zu müssen. Darum kommt man aber nicht herum, wenn man wirklich gesund werden will. Die vermeintliche „Gefahr“ (einer inneren Konfrontation mit sich selbst) vermeiden zu wollen ist ja, wie bereits gesagt. mit dem Vogel Strauss vergleichbar, der seinen Kopf in den Sand steckt, weil er glaubt, vor den Feinden sicher zu sein, nur weil er sie dann selbst nicht sehen kann. Die Feinde (in der Form pathogener Energien) sind ja schon drinnen, wenn wir an einer Krankheit leiden. Wenn man sie loswerden will, dann muss man auch bereit sein, sie zu bekämpfen, zu neutralisieren zu transformieren oder zu elimi­nieren. Nur durch einen solchen Prozess können wir dann auch wieder wirk­lich unsere Freiheit und Gesundheit zurück erlangen. 


BESSER EIN ENDE (DER KRANKHEIT) MIT SCHRECKEN
ALS EIN SCHRECKEN (DER KRANKHEIT) OHNE ENDE

jueves, 28 de julio de 2011

LA CURACIÓN SHAMÁNICA DE LA DROGADICCIÓN

UN TESTIMONIO PROFESIONAL FIDEDIGNO SOBRE LA CURACIÓN SHAMÁNICA DE LA ESCLEROSIS MÚLTIPLE,
LA DEPRESIÓN ENDÓGENA,
LA ESQUIZOFRENIA,
LA DROGADICCIÓN Y MUCHAS ENFERMEDADES DEGENERATIVAS
CON LAS PLANTAS SAGRADS DE PODER (AYAHUASCA, SAN PEDRO, TABACO, GUAYUSA, ETC.) DEL SHAMANISMO INDIO-AMERICANO.

EL FUEGO ADENTRO
LA CURACIÓN SHAMÁNICA DE LA DROGADICCIÓN

Srila Bhakti- Abhay Charan Swami explica en su libro “Vivir sin Drogas” (San José, Costa Rica, 1990) que                                                                                   

       La falta de información sobre la verdadera meta de la vida ha creado una falsa es­cala de valores que, al ac­tuar, conduce al individuo a la frustración y al “stress”. Para los mate­rialistas, todo lo que no es reducible a la inteligencia conceptual no tiene valor en sí y, por consiguiente, no existe. Este es un pro­blema que por sí solo actúa a modo de un alu­cinógeno condicionante e influ­yente con efectos de mayor magni­tud, es decir que el materialismo ha ido en­fermando y envenenando a toda la huma­nidad, del mismo modo que un ve­neno o una droga. Este concepto equivo­cado por sí solo conduce a las drogas. La carencia de una forma­ción basada en co­nocimientos espirituales está llevando a la humanidad entera por el camino de la auto­destruc­ción. La gente quiere salir del engaño, porque ya no puede soportar los inconve­nientes de la vida material que ha ido aumen­tando tan exageradamente en los últi­mos tiempos. La gente quiere escapar de un mundo en crisis. Cada indivi­duo se siente impotente frente a tantas obligaciones y deberes sin una com­pren­sión de va­lor auténtico.

       Cualquiera que piense un poco, descubrirá un gran vacío dentro de sí, no im­porta cuan­tos éxitos materia­listas haya podido obtener en su vida, ¿Qué de­cir si solo ha tenido fra­casos? Las drogas se toman cuando las personas no aguantan el tedio del vacío y el ais­lamiento y se sienten desprovistos de verda­dero amor y de inteli­gencia cultivada como corresponde a cada ser humano. El sistema materialista de educa­ción deja sepultada cualquier posibilidad de eleva­ción de conciencia; produce “zom­bis” para el bien comu­nal de una sociedad de “zom­bis”. Con la vida espiritual sepul­tada, sin ninguna concien­cia desarrollada en base de co­nocimientos espiri­tuales, no es posible, sin embargo, dis­tinguir entre lo que es correcto y lo que no lo es y, por consiguiente, mucha gente quiere es­capar de este gran engaño de la cosmovisión materialista de vida, se refugian, por consiguiente, a un mundo no menos engañosos de drogas.

                                        *******
       DR. VALENTIN HAMPEJS


Lamentablemente somos impotentes para poder cambiar esta situación colec­tiva y glo­bal de valores dis­torsionados de vida, que figuran de incubadora para la pro­paga­ción de dro­gas y sus víctimas. Sin em­bargo, por lo menos puede concluirse que la cura de la droga­dicción requiere la refundación de la perso­nalidad en base de valo­res espirituales.

La Medicina y Psicología Occidental no toman en cuenta este punto como una de las cau­sas para sus fra­casos en la curación de drogadictos. No es por asombrarse, por­que la dimensión espiritual falta muy gene­ralizadamente en todas las ramas de la Medicina Ofi­cial, que en nuestros tiempos modernos está degene­rándose más y más hacia un tipo de bioingeniería, también materialista. 

El modelo de vida materialista genera ya por sí una gran insatisfacción en el in­divi­duo, porque va contra su propia naturaleza que es eminentemente espiritual. De ahí re­sulta que la humanidad entera sufre de ansiedades, depresiones y problemas neuróti­cas, por­que el hombre no ha sido creado solamente para la satisfacción de sus nece­sidades bási­cas, es decir para comer, dormir y aparearse; ni para trabajar como un burro para las comodidades materiales (asequibles solo para la parte fa­vorecida de la humanidad), el po­der y el prestigio social.                                     


“Shamanismo” significa literalmente “Hombre-Dios-Medicina”. Su rasgo fun­damental e indispensable consiste en una transformación de la conciencia acti­vada shamánica­mente, que se denomina técnicamente “Conciencia Shamánica” o “Éx­tasis Sha­mánico de la Concien­cia”. La curación shamánica de la enfermedad su­cede dentro de este estado extra­ordi­nario de la concien­cia, que, por decirlo en los términos más sencillos, está carac­terizada por un “Estar Fuera” (”Éxtasis”) de la percepción coti­diana, común y cono­cida de la realidad.
                                                               
Ha de concluirse que la activación del Éxtasis Shamánico de la Conciencia aporta una experiencia auténtica de carácter espiritual que incluye los misterios tras­cenden­tales y eternos de la vida humana, como el destino o la razón de la vida, del naci­miento, del deve­nir y de la muerte, del cuerpo y del alma, de la temporalidad cor­poral y la eternidad espi­ritual, ver­dad e ilusión, salud y enfermedad, Dios y creación, la ad­quisición de poderes místicos etc. Se sobrentiende que la activación de estos in­gre­dientes ar­quetípicos sucede de un modo palpable, percepti­ble, paraintelectual y di­recto y no por contemplación discursiva, abstracta o indirecta.                              


Los principios curativos relacionados con las Medicinas Shamánicas (Psi­co­catalíti­cas) del Shama­nismo Indio-Americano fueron tratados en otra parte de estas pá­ginas. Hay que agre­gar aquí que el abuso esporádico de estas Medicinas Shamáni­cas (La Ayahuasca, el San Pedro, el Tabaco, la Guayusa, etc.) es decir su uso in­experto y extraviado no representa tampoco solución a ningún pro­blema. Las drogas y las medi­cinas utilizadas como drogas, por principio no solucio­nan nada. No puede justifi­car ni aprobarse, por consiguiente, el uso de dro­gas.                                          


Es preciso discernir entre drogas de adicción y de tentación. Por ejemplo, los opia­tos y sus derivados son altamente adictivos, mientras la cocaína no produce nin­guna adic­ción, porque su consumo está basándose en esporádicas o discontinuas tentaciones.                                              


Los principios curativos relacionados con las Medicinas Shamánicas (Psi­co­catalíti­cas) del Shama­nismo Indio-Americano fueron tratados en otra parte de estas pá­ginas. Hay que agre­gar aquí que el abuso esporádico de estas Medicinas Shamáni­cas, es decir su uso in­experto y extraviado no representa tampoco solución a ningún pro­blema. Las drogas y las medi­cinas utilizadas como drogas, por principio no solucio­nan nada. No puede justifi­car ni aprobarse, por consiguiente, el uso de dro­gas.


Es preciso discernir entre drogas de adicción y de tentación. Por ejemplo, los opia­tos y sus derivados son altamente adictivos, mientras la cocaína no produce nin­guna adic­ción, porque su consumo está basándose en esporádicas o discontinuas tentaciones. 


La conciencia de personas drogadictas gira predominantemente en torno a como mante­ner o conseguir de nuevo las experiencias psicosomáticas inducidas artifi­cial­mente con la ingestión de drogas. No se dan cuenta ni de la distorsión de su per­sona­lidad, ni de los daños para la integridad de su salud corporal, res­pectiva­mente los di­simulan. Actúan como poseídos por una energía demoníaca inmanente a las drogas, porque sus deseos, su voluntad, sus sentimientos y pensamientos tie­nen como norte, objetivo y razón de ser las drogas y su efecto. Estas ener­gías, invisibles de por sí, se hacen luego visibles en la conducta y los trastornos psi­cosomáticos del adicto.

La curación definitiva del drogadicto requiere, por consiguiente, tanto de un dia­gnós­tico energético como de una “cirugía energética exorcisante”, capaz de eliminar o neutrali­zar estas oscuras energías ajenas y de purifi­car las estructuras del subcons­ciente individual y arquetípico de toda actividad contaminante. Para poder lograr esto no bastan, sin em­bargo, solo las Medicinas Shamánicas, sino se requiere, adicional­mente, las bendi­ciones de Dios y la ayuda de los Espíritus comprometidos con Su luz, la pureza, la sabiduría, el amor y la santidad, para poder eliminar toda energía oscura luego de haber sido detec­tada y activada con las Plantas Sagradas de Poder en el ritual shamánico. 

Son energías destructivas que pueden invadir todos o parte de los centros de re­gula­ción psicosomática, conocidos como “Chacras” en la literatura yóguica, según las acti­vida­des emprendidas por el adicto bajo el efecto de las drogas consumadas. El adicto que disfrutó por ejemplo de actividades sexuales con drogas puede estar se­guro que estas energías se han introducido en su Sexual-Chacra.

Sin embargo, el drogadicto debe someterse a un programa previo de desintoxi­ca­ción para poder participar en los ritos con las Medicinas Shamánicas. Contraria­mente co­rre­ría previsibles e imprevisibles peligros para su salud. Debidamente desin­toxicado nece­sita de un programa de cuatro a seis semanas contiguas de rituales shamánicos noctur­nos cada tres días para conseguir la purificación y transformación definitiva del cuerpo energé­tico de su personalidad.

La Depresión Endógena, la Esquizofrenia, la Esclerosis Múltiple y otras Enfermedades De­ge­ne­rati­vas pueden curarse shamánicamente (en base de los mismos principios) en alrededor de tres semanas. La curación de la adicción requiere 4 -6 semanas.


DR. HEINZ VALENTIN HAMPEJS 
E-MAIL: VHampejs@gmail.com